viernes, 18 de noviembre de 2011

Sienten lo mismo el uno por el otro, pero los dos tienen miedo de decírselo. En la oscuridad de la habitación, los dos en la cama, no por placer sino por obligación, mirando hacia lados distintos.
De repente, ella se da la vuelta y él, al notarlo, se la da también.
- Lo siento... -dice ella en un susurro.
-¿Por qué? -pregunta él.
- Por lo que estoy a punto de hacer -dice ella con la voz entrecortada.
A continuación, se acerca despacio y, poniendo una mano en su mejilla suavemente, lo besa. Él, al darse cuenta del paso que ella ha dado, la empuja hacia sí por la espalda y posa su mano delicadamente en su cuello. Mientras, ella le rodea la cintura con un brazo y le continúa acariciando la mejilla.