miércoles, 15 de diciembre de 2010

Al entrar en el bosque volví a tener la misma sensación que cuando era pequeña. El olor a hierba mojada, la luz del sol que se colaba por enmedio de las hojas de los árboles. Miles de recuerdos se agolparon en mi cabeza haciéndome temblar y que se me humedecieran los ojos, pero seguí. Después de un rato caminando llegué a un lugar nuevo, un prado verde, lleno de flores blancas y rosas y mariposas revoloteando a mi alrededor. Era un lugar de ensueño, el lugar perfecto, se respiraba tranquilidad.

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