Es impresionante cómo puede cambiar una persona en poco tiempo, y cómo ven los demás el cambio. Se pasa de una forma de comportarse a otra en cuestión de segundos. Hay veces que los cambios son buenos, a todos les parece bien, la persona está contenta consigo misma y no hay problemas realmente importantes. Pero, ¿y cuando el cambio no es bueno para los demás? ¿Y cuando los demás no aprueban el cambio que ha dado? Ahí surgen los problemas; antes o después, más grandes o más pequeños, da igual, el caso es que hay problemas. Y aunque es normal que cambiemos, porque si no cambiáramos no habría nada especial en la vida, ninguna razón por la que vivir, ¿cómo sabemos cuándo y cuánto hay que cambiar? ¿Y de qué manera cambiamos?
Todas las personas cambiamos de opinión, se nos olvidan cosas y luego las recordamos, cambiamos de vida, de ideas, de rumbo. Sin embargo, cuando nosotros estamos cambiando y los demás no, ahí es cuando ellos notan un verdadero cambio, y casi nunca es bueno.
Todas las personas cambiamos de opinión, se nos olvidan cosas y luego las recordamos, cambiamos de vida, de ideas, de rumbo. Sin embargo, cuando nosotros estamos cambiando y los demás no, ahí es cuando ellos notan un verdadero cambio, y casi nunca es bueno.

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