sábado, 18 de diciembre de 2010

Hubo un tiempo en el que no nos preocupaba lo más mínimo lo que la gente pudiera pensar o decir de lo que hiciéramos. Decidimos huir, escapar de todo lo que nos rodeaba para encontraros al fin a nosotros mismos. Pensamos en no volver nunca, en quedarnos aquí y estar huyendo toda nuestra vida. Hubiera sido lo que realmente nos hubiese gustado, pero no podía ser así, debíamos afrontar nuestra realidad y volver. Volvimos a ver el caos de lo que antes nos rodeaba, no había cambiado nada allí, excepto nosotros. Ahora éramos otras personas, personas que se daban cuenta de lo que pasaba alrededor, de lo que estaba mal, de lo que otras personas no se daban cuenta. Veíamos por la calle gente corriendo, estresada porque llegaba tarde al trabajo seguramente. Madres con sus hijos intentando que no se fueran hacia la carretera. Coches, ruidos, voces. Aún no habíamos bajado de la nube en la que estábamos y, aunque veíamos todo eso alrededor nuestro, no nos importó, supimos aceptarlo.

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